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El nombre de los carniceros


El diccionario de la Real Academia ofrece definiciones erróneas sobre especies protegidas.

por José María Montero

Aunque licenciada en Filología Hispánica, Teresa Agudo viene trabajando, desde comienzos de los años 90, en diversos programas de educación ambiental que se han desarrollado, entre otros escenarios, en el Parque Nacional de Doñana y el Parque Natural de la Sierra de Aracena y Picos de Aroche (Huelva). La combinación de su actividad laboral, por un lado, y su formación académica por otro le han permitido abordar un curioso trabajo, en el que se relacionan zoología y lingüística.

Esta filóloga decidió examinar si los conocimientos y valores que el Diccionario de la Real Academia Española (Drae) transmite a sus usuarios 'están en sintonía con la necesidad actual de ofrecer una información que promueva acciones en favor del medio ambiente'. Dicho de otra manera, se ocupó de comprobar, tomando algunas voces como ejemplo, si esta publicación, de gran valor educativo para toda la comunidad hispanohablante, era ambientalmente correcta.

Eligió a los mamíferos españoles del orden de los carnívoros, por ser un grupo no muy amplio, bastante conocido por los ciudadanos y, en algunos casos, 'con una carga cultural muy importante, fruto de la interacción histórica con los humanos'. Además, la mayoría de estos animales representan 'lo más selecto de nuestra fauna', protegidos, además, por la ley al encontrarse en grave peligro de extinción.

Lo primero que le llamó la atención fue que, en la mayoría de los casos, el Drae utiliza 'carnicero', y no 'carnívoro', como primer adjetivo diferenciador de estos animales. La elección, inexplicable desde el punto de vista científico, sugiere ciertas connotaciones negativas, ya que una especie 'carnicera' es, aplicando la definición del mismo diccionario, aquella que se nos presenta como 'cruel, sanguinaria e inhumana'.

La descripción morfológica que se ofrece de estos mamíferos es imprecisa y, a veces, claramente errónea. Por ejemplo, del tejón no hay referencia alguna a sus características franjas blancas y negras en la cabeza, del visón solo se explica que es semejante a la nutria y del lince ibérico se destacan unos inexistentes 'anillos negros en la cola', apéndice que, por cierto, es en realidad bastante corto pero al que en el diccionario se le atribuye una longitud de 35 centímetros.

Las sorpresas continúan en lo que se refiere a la distribución de cada una de las especies. Si hacemos caso al Drae, el lobo continúa siendo un animal frecuente en España, el oso pardo vive en lo más espeso de los bosques del norte peninsular, la marta y el meloncillo simplemente viven en España, mientras que el gato montés habita en los montes del norte del país. Estas referencias, advierte Agudo, 'son obsoletas en el caso del lobo y el oso, inconcretas en lo que se refiere a la marta y el meloncillo y claramente incompletas para el gato montés'. De la jineta, la comadreja, el armiño, el turón, la garduña y la nutria ni siquiera se ofrecen datos de distribución.

Especialmente llamativos son los casos del visón y el lince. El único visón presente en el diccionario habita en el norte de América y se trata, por tanto, del visón americano, con lo que se 'ignora por completo a la especie europea'. La descripción morfológica del lince ('muy parecido al gato cerval'), su distribución ('en el centro y norte de Europa') y dieta ('ataca a los ciervos y a otros animales de gran tamaño') hacen referencia al lince europeo, y no al ibérico. A este último se le encuentra en las voces de gato cerval o gato clavo, incluidas en el término gato.

Hasta aquí, admite esta filóloga, 'podríamos considerar que las confusiones, imprecisiones y datos poco contrastados o erróneos no pasan de lo anecdótico, aunque demuestren desconocimiento y desinterés'. Más graves, sin embargo, son ciertas valoraciones que, a pesar de haber sido desechadas hace años, se incluyen en algunas definiciones. La expresión 'muy perjudicial' se utiliza para la comadreja y la garduña, mientras que el gato clavo (o sea, el lince ibérico) y el lobo son 'dañinos' o 'muy dañinos'. Y lo son porque se alimentan o atacan a animales 'útiles'. 'Esta dicotomía que divide a los animales en útiles e inútiles', razona Agudo, 'se aleja bastante de la Zoología actual, así como de la visión que trata de extender la educación ambiental'.

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PAGINA ACTUALIZADA EL 21/5/2001