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VOLUPTUOSIDAD

AUTOR:
Isaac Muñoz
Introducción y notas de Amelina Correa
Renacimiento. Sevilla 2015.


LA VOLUPTUOSIDAD DE ISAAC MUÑOZ

Por Leopoldo de Trazegnies Granda

Isaac Muñoz, como si de un Decamerón contemporáneo se tratara, se aplicará en su novela a ejemplificar las diversas clases posibles de amor: amor perverso y amor puro, amor por la mujer madura y por la adolescente, amor homoerótico y heterosexual, transgresor y convencional.

        Se refiere la profesora Amelina Correa Ramón, en su estudio introductorio a la novela Voluptuosidad (Renacimiento. Sevilla, 2015), al provocador escritor granadino de los primeros años del siglo XX, Isaac Muñoz. La profesora de la universidad de Granada lo conoce bien, ha estudiado profundamente todos los rincones del alma literaria de este autor al que ha dedicado numerosos libros sobre su vida y obra.

        Amelina Correa conoce igual de bien a toda la bohemia que frecuentó Muñoz en el Madrid descrito magistralmente por Rafael Cansinos Assens en La novela de un literato. Fueron años plenos de ingenio y miseria, ingenio por las luces de Valle Inclán y miseria por las sombras iluminadas de Alejandro Sawa. Jamás la literatura española estuvo tan cerca de la calle, del hombre, del placer y de la desgracia. Habría que remontarnos a la literatura picaresca de Mateo Alemán o Quevedo para encontrar algo parecido.

        La profesora de la universidad y directora de la cátedra Federico García Lorca de Granada lleva varios años revelando a los lectores actuales estos autores transgresores del siglo pasado, olvidados o ninguneados y hasta satanizados por sus costumbres ácratas, pero de innegable valor para las letras hispanas. Ha escrito la mejor biografía con la que contamos hoy en día del loco más cuerdo y más genial de esa generación desdeñada, Alejandro Sawa, luces de bohemia (Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2008). Publicó también un revelador estudio de las crónicas personales en esos difíciles años del dandy homosexual de las letras madrileñas de fin de siglo, Melchor Almagro San Martín, Biografía del 1900 (Univ. de Granada, 2013), y en esta ocasión nos ofrece la segunda novela de Isaac Muñoz, que como su título sugiere, Voluptuosidad, fue una de las más escandalosas en su tiempo.

        Se conocían entre sí casi todos los miembros de este grupo de literatos bohemios que rompieron con los cánones de su época. Se encontraban en los mismos antros madrileños, Café de Pombo, El Colonial, Fornos y el Lion D'Or, entre otros. Allí acudían Ramón Gómez de la Serna, Rubén Darío, Emilio Carrere, Villaespesa y los mencionados Valle Inclán, Cansinos y Alejandro Sawa. Y nuestro autor, al que Cansinos Assens llamó "el Cristo de la Lujuria" y del que ahora se ocupa Amelina Correa, era uno de los menos conocidos pero de los más transgresores.

        Este grupo de escritores vivió entre dos siglos haciendo equilibrios sobre los noventaiochistas, los naturalistas y los modernistas, orillando a los ultraístas y sin llegar a caer en los futurismos de Marinetti. Formaban una baraja de personalidades unidas por el amor a la bohemia literaria. Había entre ellos iconoclastas extravagantes, misóginos schopenhauerianos, alcohólicos atrabiliarios y sátiros voluptuosos, al decir de Cansinos, pero todos con un talento excepcional para hacer de su vida un arte y algunos como Muñoz o Almagro San Martín, para describirla sin falsos pudores. Conocida es la anécdota que se cuenta de Sawa: que era capaz de dar la vida por una buena metáfora. Y terminó dándola, no por una sino a cambio de muchas maravillosas metáforas. Eran creadores feroces de belleza que no se amilanaban ante la sociedad pacata que los rodeaba. Para ellos no existían temas tabú, su materia literaria era el ser humano, con todas sus virtudes y defectos, dedicándose a explorar sus últimas fronteras y en un alarde de honestidad se colocaban ellos mismos como co-protagonistas de sus ficciones.

        La clave de esta actitud nos la da Amelina Correa: Este tipo de personajes encarnarían lo que se ha dado en llamar “inmoralista esteticista”. Enfrentados a una sociedad que ha rebajado el valor de aquello que aprecian - la literatura, el arte, la belleza -, reaccionan obstinadamente en contra de la moral que sustenta esa sociedad antipoética.

        El minucioso estudio que precede a la novela, titulado El placer decadente de 'fin de siglo', y sus amenas y eruditas citas podrían constituir un ensayo aparte por sí mismas. Contiene una segunda sección titulada Catálogo sobre la voluptuosidad de las violetas: catálogo de 'perversiones', donde analiza los principales conceptos de la sexualidad en relación a la novela Voluptuosidad considerada como un verdadero catálogo de las llamadas "perversiones". En él documenta las prácticas sexuales que aparecen en la novela con los conceptos que se tenían en aquella época para hacer más fácil su comprensión y valorar el grado de transgresión del autor, términos tales como ninfomanía, ninfulofilia, onanismo, sexo múltiple, sadomasoquismo, sexo oral o sodomía. Además, la profesora granadina termina la publicación incluyendo una completísima bibliografía sobre la obra estudiada.

        Como bien señala en su estudio introductorio, la novela de Isaac Muñoz corresponde al tipo de memorias eróticas de amores apasionados, donde los personajes experimentan toda clase de relaciones sexuales y entrevé sus modelos literarios en los grandes seductores, desde Pietro Aretino, Casanova, D'Annunzio, hasta el marqués de Bradomín de Valle Inclán.

        Muñoz nos relata poéticamente sus conquistas y con cruda sensualidad sus experiencias sexuales, con Clarita (tiene los ojos azules; a veces una adivinación viciosa cruza con rápidos reflejos verdes), Pepita (tiene un magnífico cabello negro, que se agolpa fosco sobre su frente estrecha), eran dos inocentes núbiles que sucumbieron a sus expertas manos. Manolita (una niña de carne dorada, movible, traviesa), fue una relación en la que absorbió toda su belleza entre sangre y perfumes mortales. O Laura (que tiene una sabia armonía en todos los ritmos del placer), era un amor de juventud para renovar ilusiones pasadas. De esta manera nos va describiendo a sus amantes y amores prohibidos.

        Muñoz intenta con cierto humor romper la estrecha horma de la moral de sacristía y lencería fina, en la que se debate la sociedad de su tiempo, con frases como esta: Sin embargo, yo sé que no te disgusta que te acaricien el sexo mientras pasas las cuentas del rosario.

        Él sabía que su novela iba a escandalizar a la morigerada burguesía de Madrid y así lo advierte en las primeras líneas del prólogo:

Para vosotros, caballeros grises de los lienzos del Greco, castellanos 'austeros', rígidos hidalgos calderonianos, estas páginas que doy, perfumadas de amor, 'son inmorales'.

        El protagonista de la novela lleva el mismo nombre que el autor, Isaac, en claro guiño al lector sobre la identidad del resto de personajes que, a ellos sí, los encubre con nombres ficticios. Amelina Correa nos aclara que esta es una novela en clave y nos sugiere algunos de los nombres reales: Villaclara por Francisco Villaespesa, Morán por Manolo Molano... dejando al lector hacer sus cábalas con el resto de personajes. En un pasaje de la novela, Muñoz narra un viaje a la provincia de Guadalajara invitado por su amigo González, pero oculta el nombre del pueblo bajo una enigmática T. Amelina Correa nos lo descubre de esta manera: La inicial "T" encubre claramente la localidad de Tendilla, de donde procedía la familia paterna de Isaac Muñoz desde hacía varias generaciones, y en la que poseía una gran casa palaciega. Explica a continuación que el escritor pasaría largas temporadas en ella y la mencionaría en varias de sus obras como en su primera novela Vida, y luego en Alma infanzona, y Lejana y perdida.

        Autor cosmopolita, Muñoz frecuenta a los hispanoamericanos Rubén Darío, Santos Chocano y José María Vargas Vila. Le dedica su novela Voluptuosidad a este último autor colombiano. Amelina Correa apunta el motivo: elige entre sus nuevos conocimientos literarios a aquel que representa a sus ojos la nueva manera con que se debe concebir la literatura: “a J.M. Vargas Vila maestro preclaro de belleza y divino exaltador de vida”.

        Como todos los miembros de la bohemia finisecular tuvo siempre la referencia de Víctor Hugo y los malditos de París, pero en lo que demostró mayor interés fue en la cultura árabe, a tal punto que a veces se hacía pasar por magrebí. (En las varias fotografías que ilustran el texto hay una en la que se le ve con atuendo "morabito"). Sus contactos con el Magreb, al que le dedicó varios libros, se debían a que su padre estaba destinado en Ceuta en donde él pasó largos períodos de su vida. Solía viajar por Marruecos sumergiéndose en la cultura oriental, era una forma más de romper con los convencionalismos europeos. Tánger, como para Paul Bowles, Gertrude Stein, Paul Morand, o la generación Beat de mediados de siglo, sería su santuario. Amelina Correa señala que Oriente le posibilita el artificio de sentirse el Otro que se desea, a todos los niveles. Y nos relata que en la casa familiar de Tendilla, que ella visitó, en el piso bajo hay una habitación que el escritor decoró con motivos orientales y las paredes recubiertas de azulejos de estilo árabe, y en la que -al parecer- gustaba de fumar entre los exóticos adornos traídos de sus muchos viajes por tierras del Magreb. Cansinos Assens también se refiere a esos cigarrillos traídos de Ceuta que fumaba Muñoz y que seguramente eran los Khedive egipcios.

        El "leitmotiv" de Voluptuosidad es una muestra más de su romanticismo platónico. Margarita se llama la musa perdida, deseada y esperada, la evoca hasta en sus momentos de lujuria y desenfreno y ella aparece y reaparece a cada instante en su recuerdo: Ningún perfume de mujer ha desgarrado mi carne tan cruelmente como el suyo. Pero inmediatamente aclara: es un perfume mórbido... que llena nuestra sangre de sensualidad insaciable y maldita. Y se pregunta: ¿Será preferible a las violencias de amor esta grata memoria? Muñoz sabe expresar esa grata memoria con sensibilidad exquisita, pero al fin será en la cosmopolita y pervertida Tánger donde se inmolará su amor por Margarita.

        A pesar de su espíritu provocador y su aire pragmático y realista, Isaac Muñoz era un delicado poeta, su poesía centellea a lo largo de toda su prosa. Tal vez este libro sea lo opuesto a lo que entendemos por manuales de autoayuda: un libro poético autodestructivo. Como dice Amelina Correa su concepción del erotismo se conforma en torno a un triángulo con tres vértices bien definidos: sangre, amor y muerte. Isaac Muñoz expuso mucho y, como otros de su generación, al final perdió. Murió de sífilis en 1925 en Vallecas (Madrid) a los 43 años de edad. Pero la pasión que demostró por la vida parece sobrevivir en sus libros hoy casi olvidados.

        Es encomiable el aporte a la cultura que lleva a cabo la profesora Amelina Correa Ramón rescatando obras tan decisivas de la literatura española como esta singular novela de Isaac Muñoz y es un orgullo para todos que las publique la editorial Renacimiento de Sevilla en su Biblioteca de Rescate.

(Sevilla, octubre de 2015)

 

Amelina Correa Ramón (Granada, 1967), doctora en Filología Hispánica por la Universidad de Granada, profesora en su Facultad de Letras y directora de la Cátedra Federico García Lorca, ha desempeñado puestos docentes en las universidades de Almería y Sevilla y ha participado como ponente en una treintena de congresos internacionales en distintas ciudades de España, Estados Unidos, Marruecos, Portugal y Reino Unido. Autora de valiosos trabajos sobre literatura, entre otros, los ensayos: Hacia la reescritura del canon finisecular (2006) y Poetas andaluces en la órbita del modernismo (2004).




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    PAGINA ACTUALIZADA EL 25/10/2015