Campaña "patriótica" contra las elecciones europeas.
EN CLAVE NACIONAL
por Juan Manuel de Trepa
Se han muerto los grandes "refritadores" de ideas españoles: Julio Camba vendiendo en la vejez sus artículos de juventud, Valle-Inclán intercalando cuentos en sus novelas, Cervantes intercalando novelas en sus aventuras quijotescas. Ahora la llama del "refrito" la mantienen los tertulianos entre los que hay expresidiarios, políticos renegados, curas, banqueros, antiabortistas, opusianos y periodistas histéricos.
Lanzan el refrito en "clave nacional" porque saben que la única forma de engañar al ciudadano para que vote en las europeas es haciéndole creer que son elecciones nacionales.
El español cabal, el de derechas, nunca se consideró europeo ni aprendió idiomas, siempre pensó que Europa es un invento de la izquierda para joderle a él (casi sic). Y tienen razón.
Europa se fundó para combatir a España (sic exacto), Lutero quiso quitarles poder a nuestros párrocos, Hobbes ridiculizaba nuestra rigurosa Inquisición y la orgía de la Revolución Francesa no tenía otro objetivo que el de desmontar nuestras monarquías absolutistas. Los Derechos Humanos no hicieron más que soliviantar a nuestros sumisos y baratos trabajadores. Europa siempre quiso destruir a España, nuestros valores, nuestras hermosas tradiciones de tirar cabras desde los campanarios...
Es obvio que el español de derechas, el decente para entendernos, no se considere europeo y mire con recelo a Europa. Considera que somos algo así como Turquía, un territorio ambiguo entre Europa y Oriente.
¿Entonces, a qué viene pedir el voto para una "patulea" de burócratas con cara de col de Bruselas? ¿Para que dicten un montón de leyes inmorales que perjudiquen nuestras vidas y corrompan a nuestra juventud católica?
Valery decía sarcásticamente que "La Política es el arte de impedir que la gente se entrometa en lo que le atañe". Pero yo como soy el único "refritador" de los pensamientos ajenos que queda en España, cambio la frase por: "La Política es el arte de consultar a la gente de lo que nada entiende" y como mis lectores son estúpidos confío en que no se den cuenta.
De esta manera, con paciencia de dacriólogo pongo mi granito antidemocrático en el ojo del vecino. No hay que consultar nada a la gente, si no entendemos nuestra democracia ¡cómo vamos a entender la europea!
Mi propuesta es sencilla, salgamos de Europa, del euro, de la Revolución Francesa, de la democracia, y sumerjámonos otra vez en la tenebrosa España Negra, la de nuestras tradiciones más absurdas, nuestros odios injustificables, nuestros dogmas irracionales, nuestra peseta insignificante, nuestros militares golpistas, nuestros exorcistas macabros, nuestros santos y vírgenes de nuestros pueblos, para recuperar esa España aislada y anacrónica, pero moral y decente, de los españoles cabales, como yo.
ESPERANZA Y LOS CORCHETES
por Juan Manuel de Trepa
Esperanza Aguirre me ha devuelto la esperanza en España. En esa España católica que no está dispuesta a doblegarse ante ninguna autoridad para mantener sus privilegios por encima del resto de ciudadanos, la España de Roldán, El Dioni y Díaz Ferrán.
Esperanza ha demostrado ser una españolaza de pro (sic) en la España heróica, la del abuso y la opresión de los poderosos sobre sus congéneres.
"Toda la literatura picaresca se escribió contra esa España donde los pobres tenían que ingeniárselas para encontrar las rendijas sociales que les permitieran sobrevivir (¡imbécil!) bajo el peso de los poderosos, -explicaba mi viejo profesor de literatura-. El siglo de Oro, incluyendo al Quijote, es una permanente sátira contra esa España maldita de hidalgüelos que se creían con derecho a todo".
Pero en esa España ejemplar no hubiesen multado a Esperancita, el guardia se habría quitado la gorra y le habría dicho: "Usted disculpe señora marquesa, nosotros le cuidaremos su automóvil mientras saca su limpio dinero del cajero y si necesita algo más no tiene más que llamar".
En esa España católica, la de Pemán y la mía, las cosas eran así. Pemán consiguió entrar en la élite de los poderosos con el franquismo, yo lo llevo intentando muchos años pero en esta España democrática lo tengo más difícil, aunque no me cansaré de escribir estos artículos laudatorios.
NOTA DEL REDACTOR:
El didáctico "¡imbécil!" de mi maestro se lo dedico yo al que todavía crea que la España tenebrosa, católica y caciquil era mejor que la actual.