Otro artículo de Esperanza Aguerrida:
CORRUPCIÓN
La indignación es un clamor. Los políticos normales tenemos una indignación aún mayor que la que tienen los ciudadanos de a pie (nosotros no somos ciudadanos de a pie porque habitualmente vamos en Mercedes).
La explicación es sencilla. Nosotros los políticos del PP por lo general cobramos tres o cuatro sueldos y vemos el peligro de que por unos cuantos corruptos perdamos la posibilidad de seguir ganando fortunas de forma legítima gracias a la política. Vamos, que cuatro gilis nos van a estropear el pastel.
En cambio el ciudadano de a pie puede indignarse pero no tanto porque tiene muy poco que perder, o es mileurista o está en paro y nadie le puede quitar sus escasos ingresos. Ellos pueden dar gracias a Dios porque no les afecta demasiado, pero a nosotros los políticos, sobre todo los del PP que somos los más ricos porque tenemos regalías y varios sueldos que están ahora en juego por culpa de la corrupción de unos cuantos sinvergüenzas.
Es justo pues que yo esté más indignada que todos porque cobro mucho y más ahora que me ha contratado una empresa "cazatalentos" para colocar a todos mis amiguetes. Me van a arruinar mi trabajo porque ¿cómo puedo saber quién es corrupto y quién no?
Tiene que echarnos una mano la Justicia, para algo hemos nombrado a casi todos los jueces de los distintos tribunales. Y tienen que actuar los partidos, principalmente el PP que es el que más corruptos tiene por metro2.
Hay que cegar las fuentes de la corrupción política impidiendo que se presenten como candidatos a las elecciones personas de origen humilde, con escasos recursos económicos porque esos son corruptos por definicición. Entre las clases altas y adineradas a las que yo pertenezco hay menos tentación de robar a no ser que nos encontremos con codiciosos como Bárcenas, Rato, Mario Conde, Rosendo Naseiro, Ruiz Mateos, etc. etc. pero convendrán conmigo que éstas son las excepciones y si hacen mucho ruido es porque cuando roban roban muchos millones de euros que si los pasamos a pesetas ni te digo. En cambio el pobre es ladrón por naturaleza y es tonto porque cuando roba roba poco.
Otra medida contra la corrupción pública sería privatizarlo todo porque de esa manera si alguien roba se quedará en la esfera de lo privado y el ciudadano de a pie no se enterará y no podrá montar los follones que está montando ahora en el caso Bárcenas en detrimento de nosotros/as los políticos honrados/as.
Es muchísimo lo que nos estamos jugando los políticos del PP. La ciudadanía de a pie tiene que apoyarnos en las próximas elecciones para darnos tiempo a ocultar toda la podredumbre que tenemos debajo de las alfombras y salvar nuestros ingresos y por ende a España, claro.
CENSURA CORAL
Ignaro Camacho
El abucheo y la manifestación ruidosa forma parte del derecho a la protesta, pero todo tiene un límite. La censura coral sufrida por el ministro Wert en Sevilla demuestra la verdad de la sentencia: "Se admite la libertad pero no el libertinaje".
Los muchachos pueden manifestar su desacuerdo civilizadamente, con palabras educadas, preferiblemente en voz baja, procurando que no lleguen al oído del ministro. Pero levantar la voz, dirigirle improperios que evidencien su impotencia contra los abusos del gobierno entra dentro de lo que denominamos libertinaje. ¡Eso no se puede admitir!
Aún más. Podemos adjetivar el libertinaje con la palabra "totalitario". Lo que ha ocurrido en Sevilla es "libertinaje totalitario" porque el totalitarismo no es el ejercido por los gobiernos todopoderosos (léase fascistas) contra el pueblo como algunos incautos creen, no, es el de unos estudiantes que con falso sentimiento victimista se enfrentan al Poder. Ese es el verdadero Totalitarismo.
Somos conscientes de que algunos rojos infiltrados entre los buenos estudiantes, es decir, entre los que no protestan, considerarán que se les intenta amordazar, pero como diría Gila: "Quien no entienda nuestras tradiciones dictatoriales que se vaya del pueblo ¿o no?".
MACROFIESTAS
Juan Manuel de Trepa
La chica que llamó al Samur la fatídica madrugada del Madrid Arena pidiendo auxilio inicia la comunicación diciendo "¡Buenas tardes!".
Es lógico que el empleado del Samur no hiciera caso a la desesperada chica que pedía ayuda para su amiga que se moría. Esperaba que le dijera "Buenas madrugadas" para considerar que se trataba de una llamada seria. Si no sabe a qué hora vive seguramente es una borracha, pensaría. No podía imaginarse que era una chica traumatizada por la magnitud de la tragedia que no sabía lo que decía, simplemente pedía socorro.
Si yo, Juan Manuel de Trepa, reconocido periodista y laureado novelista (modestia aparte) hubiera escuchado tamaño error en el saludo le habría colgado inmediatamente, cuánto más un pobre empleado del Samur posiblemente inculto e iletrado que estaba allí solamente para coger el teléfono en el turno de noche. El posterior tono descompuesto de la chica confirmaba que no se trataba de una tragedia sino de una broma, a mí y al empleado del Samur.
"Antes de censurar la actitud del empleado del Samur habría que preguntarnos si su cometido era atender las emergencias de los jovencitos impresentables que asisten a las macrofiestas" (sic).
En un mundo cuerdo regido por monseñor Camino por ejemplo, tales fiestas estarían prohibidas y si se celebran y se producen accidentes no se atreverían los jovenzuelos a llamar al Samur.
No censuremos pues al empleado responsable de prestar ayuda a los accidentados en la noche de Madrid, hay que censurar a las víctimas por encontrarse en tales lugares a esas horas de la madrugada. ¿Habrá sido un castigo de Dios? ¿Y quién es un simple empleado del Samur para impedir que la mano justiciera de Dios cayera sobre las chicas que murieron aplastadas?
Sólo nos queda rezar y terminar con un amén vergonzoso.
Para leer el art. original pinchar
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