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Paraísos carnales




Por Leopoldo de Trazegnies Granda (*)
El hombre tiende a la belleza como las mariposas a la luz, como las aguas subterráneas hacia el centro de la tierra, porque la belleza no es algo estático, es dinámica como un torrente o un rayo. La mejor escultura es la que se agita en nuestra mente, la que nos habla o se desnuda ante nosotros.

Las profundidades de Cuerpo de Mujer nos turban con imágenes estremecedoras, son destellos instantáneos, el rayo que no cesa diría Miguel Hernández, que el autor hace brotar de la dulce geografía femenina:

Si los abismos son la cuna del viento

su pelo es una consecuencia feliz

los hilos encantados que dejan las tormentas

como una prueba de su piedad.



El poeta es el escultor que descubre con la palabra los pliegues más misteriosos de la sensualidad. Juan Ramón Jiménez decía en un verso: No la toques más, que así es la rosa. José Luis Menéndez sin necesidad de tocarla, como experto jardinero, abre sus pétalos más íntimos, para mostrarnos que ella está rebosante de poesía:



Volcán por donde ingresa un hálito de viento

y sale una erupción de carne en llamas

una diferida tempestad.

Cuerpo de mujer es un poemario pleno de paraísos carnales, los únicos tangibles, que el lector descubre deslumbrado y no sabe bien si está encontrando la esencia física del amor en el lenguaje o la esencia del lenguaje en el amor, porque la armonía de la palabra es como el silencio de la piel, nos conmueve:



La música humana

naciendo simplemente de un cuerpo

que se mueve y hace mover

el resto de las cosas creadas.



Se agradece un libro editado de una manera tan exquisita, en un formato de revista de lujo, con bellísimas ilustraciones de Antonio Sarelli. Tener el poemario Cuerpo de Mujer en las manos es un gozo para los sentidos y el espíritu.



(*) El autor de esta nota es peruano. Salió de Lima en 1958 para estudiar Derecho en Madrid, pero no terminó la carrera ni regresó a su casa. Después de recorrer numerosos países trabajando en diversos oficios, se radicó en Sevilla, donde reside actualmente. Ha publicado dos libros de poesía, "De las casas que nos poseyeron y que fuimos abandonando" (premiado en la II Bienal de Poesía de Panamá, en 1972) y "Versos del oriental" (Premio Acentor de Poesía, 1982). Y seis libros de relatos, "Conjeturas y otras cojudeces de un sudaca" (1996), "La lámpara de un cretino" (2000), "La carcajada del diablo" (2001), "Bulevar Proust" (2002), "Pasajeros de otros barcos" (2004) y "La tentación del silencio" (2006). Produce un sitio web, www.trazegnies.arrakis.es, próximo a las 800.000 visitas.

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