LA BIBLIOTECA DE LOS LIBROS RECHAZADOS

Leopoldo de Trazegnies Granda

Borges siempre imaginó que el Paraíso sería algún tipo de biblioteca donde se pudiera tener el placer de leer buena literatura, pero la biblioteca a la que hace referencia esta película sería más bien un limbo a donde irían  a parar los libros que no tuvieron la aprobación de los críticos ni de los editores para ser publicados y sus autores los depositan en ella sin ninguna esperanza. Literatura, en principio, sin valor.

Cualquier persona que escriba sabe lo difícil que es franquear la barrera de las editoriales. Después de enviar innumerables veces sus originales sin obtener respuesta terminan guardándolos en un cajón. Las posibilidades de ver sus escritos en letra impresa deben pasar por un premio literario de renombre, cosa casi imposible para un novel ya que casi todos están amañados endogámicamente en el negocio de los libros, o por un padrino influyente que se fije en su obra por razones más comerciales que literarias. La última opción es autopublicarse, lo cual era muy caro hasta hace sólo unos años pero hoy resulta relativamente fácil con las editoriales cibernéticas que trabajan bajo demanda. Aún así, el problema continúa en la distribución. Ninguna librería acepta libros que no provengan de editoriales con una buena red publicitaria.

Es conocida la anécdota de Gabriel García Márquez que vio su novela “Cien años de soledad” rechazada por muchas editoriales y entre ellas nada menos que por Barral Editores, la editorial que dio a conocer el “Boom” de la novela latinoamericana. Aunque Carlos Barral siempre se defendió diciendo que por diversas razones a sus manos no había llegado la novela que el novelista colombiano le enviara. No fue una excepción, a muchos grandes escritores les fueron rechazadas sus obras que luego serían rescatadas a veces por azar. Entre las más llamativas está “En busca del tiempo perdido” de Marcel Proust rechazada por la editorial Mercure de France, o la decisión de T.S. Eliot, director de Faber & Faber, que no vio en “Rebelión en la granja” de George Orwell nada digno de publicarse.

Con estos mimbres, Rémi Bezançon ha hecho una inteligente película llena de ironía intelectual francesa, basada en una novela de David Foenkinos: en una librería provinciana de un pueblo de Bretaña se guardan todos los manuscritos fracasados que no vieron la luz de la imprenta. El creador es un excéntrico personaje ya fallecido. Seguramente tuvo la idea de albergar todos esos títulos con la secreta ilusión de mantener alguna joya literaria despreciada.

Una lectora de una influyente editorial de París descubre por casualidad en sus estanterías un manuscrito titulado “Historia de las últimas horas de un amor”. Su sorpresa es enorme al constatar la calidad del texto. Su autor es un desconocido Henri Pick, muerto unos años antes, que resulta haber sido el dueño de la pizzería del pueblo y del que ni su propia mujer conocía sus dotes de escritor. El libro se publica con gran éxito en la editorial parisina pero un crítico literario de la televisión francesa duda que el libro esté escrito por esa persona y sospecha de un fraude. A partir de allí se teje una enigmática trama para conocer al verdadero autor de la obra.

Los libros apócrifos son comunes en la historia de la literatura, a veces para evitar censuras o por el simple deseo de desdoblarse en otros personajes como son los heterónimos de Fernando Pessoa, pero en este caso ¿cuál sería el motivo para que el autor se escondiera detrás de una identidad a la que nadie consideraba más que un cocinero sin ninguna afición a las letras? El crítico-detective emprende una investigación no exenta de humor para desvelar el misterio. En francés la película se titula “Le mystère Henri Pick”. La primera sorpresa es que el manuscrito jamás ha sido presentado en ninguna editorial, entonces ¿por qué se encuentra en esa biblioteca de manuscritos fallidos? ¿Podía ser un caso raro como el de Bartleby de Melville? ¿Un misántropo compulsivo que rechaza de tal manera la fama que escribe un texto extraordinario y lo oculta en esa extraña biblioteca bajo el nombre del pizzero del pueblo para que nadie lo encuentre? Estas premisas permiten a Bezançon montar una película divertida, curiosa, que transcurre entre los paisajes de Bretaña y los ambientes literarios parisinos. Muy agradable ver.

 

 

   
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PAGINA ACTUALIZADA EL 19/06/2019

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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