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César Vallejo en París
BIOGRAFIA DEL POETA PERUANO CESAR VALLEJO

FUENTE: Jornal de Poesia (http://www.secrel.com.br/jpoesia/bh3vallejo5.htm)

César Vallejo y el dolor como experiencia de la objetividad

Mónica Saldías

Hay golpes en la vida, tan fuertes... Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... Yo no sé!
Son pocos; pero son... Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte
Serán tal vez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.
Son las caídas hondas de los Cristos del alma,
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.
Y el hombre...Pobre... pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.
Hay golpes en la vida, tan fuertes... Yo no sé!
[de Los Heraldos Negros (1918)]

César Abraham Vallejo nace el 16 de marzo de 1892 en Santiago de Chuco, un pueblito aislado en la cordillera de los Andes, en el norte del Perú, siendo el más pequeño de once hermanos. Sus dos abuelos eran sacerdotes y sus dos abuelas, indígenas, un mestizaje simétrico. En un artículo titulado "El César Vallejo que yo conocí", el escritor peruano Ciro Alegría describe lo que siente al pasar por la tierra natal del poeta: En el alma de quien cruce los Andes o viva allí, persistirá siempre la impresión que es como una herida del paisaje abrupto hecho de elevadas mesetas, donde apenas crecen pajonales amarillentos, y de roquedades clamantes. Hay tristeza, y sobre todo, una angustia permanente y callada. Los habitantes de ese vasto drama geológico, casi todos ellos indios o mestizos de indio y español, son silenciosos y duros y se parecen a los Andes. Aún los de pura ascendencia hispánica o los foráneos recién llegados, acaban por mostrar el sello de las influencias telúricas. Azotados por las inclemencias de la naturaleza y las inclemencias sociales sufren un dolor que tiene una dimensión de siglos y parece confundirse con la eternidad...
Entre 1905 y 1912, Vallejo cursa estudios secundarios en Huamachuco; entre 1910 y 1912 ocupa varios empleos, probablemente en un centro minero, en una hacienda azucarera como contable, etc. En la misma época piensa en la posibilidad de estudiar medicina en Lima. Entre 1913 y 1915 estudia Letras en la Universidad de Trujillo, graduándose de Bachiller. Colabora en la revista Cultura Infantil, editada por un Centro Escolar en el que trabajó. Entre 1915 y 1917 se une al grupo literario artístico que encabeza Antenor Orrego, junto con José Eulogio Garrido, y es durante este período cuando escribe muchos de los poemas que integrarán luego Los Heraldos Negros, publicando algunos en La Industria y La Reforma de Trujillo.
En 1918 se traslada a Lima y traba amistad con Abraham Valdelomar. Completa su primer libro, Los Heraldos Negros, y allí lo publica. Colabora en la Revista Nueva Época, dirigida por José Carlos Mariátegui. En agosto de ese mismo año muere su madre en Santiago de Chuco. El poeta cae en una profunda crisis anímica y económica. En 1919, publica en La Prensa, Palabras sobre Abraham Valdelomar, a raíz de su muerte. A mediados de ese mismo año lanza Los Heraldos Negros y escribe las primeras versiones de muchos poemas de Trilce.
En julio de 1920, estando en Santiago de Chuco, se involucra en incidentes violentos. Se oculta un tiempo, pero en noviembre cae preso y queda detenido en la cárcel de Trujillo. Esta experiencia, junto con la muerte de su madre, lo marcará para el resto de su vida. En febrero de 1921 sale de la cárcel y vuelve a Lima. Gana el primer premio en un concurso literario con un cuento llamado Más allá de la vida y de la muerte. En octubre de 1922 publica Trilce, con prólogo de Antenor Orrego. En marzo de 1923, Escalas Melografiadas, y en mayo del mismo año, Fabla Salvaje. En junio parte hacia Francia de donde no regresará jamás. En 1924 pasa meses de miseria, y su padre muere en Santiago de Chuco. Escribe algunos de los poemas de Poemas en Prosa; conoce a Vicente Huidobro, Juan Gris, De Cruft y entabla profunda amistad con Juan Larrea. En 1925 trabaja para "Le bureau des grands journaux iberoamericains". Inicia su colaboración en "Mundial" de Lima. En este mismo año viaja por primera vez a España, para cobrar el monto de una beca.
En 1926 junto con Juan Larrea, edita dos números de "Favorables París Poemas 1926" (1 de julio-11 de octubre). Vive con Henriette Maisse. Colabora en "Variedades", iniciando sus primeras crónicas. Conoce a Artaud, W. Frank, JL Barrault. Escribe la novela Hacia el reino de los Seiris. En 1927 renuncia a su puesto en los "Grandes Periódicos Iberoamericanos". Conoce a Georgette Philippart. Escribe el poema Lomo de las Sagradas Escrituras, publicado en "Mundial", por Luis Alberto Sánchez. En 1928 se encuentra seriamente abatido y enfermo por lo que se retira a pasar el verano al campo en compañía de Henriette.
Estudia los fenómenos sociales y políticos de la época,desde un punto de vista marxista y en el mes de octubre realiza su primer viaje a la URSS con la intención de quedarse allí definitivamente. Pero en noviembre se encuentra nuevamente en París, rompe relaciones con el APRA. En 1929 empieza a convivir con Georgette y viaja con ella a Bretagne y en setiembre del mismo año, nuevamente a la URSS, donde tiene una entrevista con Majakovski. En 1930 publica Un reportaje en Rusia, en la revista madrileña "Bolívar". En julio, en Madrid, sus amigos concretan una reedición de Trilce, con prólogo de José Bergamín y poema liminar de Gerardo Diego.
César Vallejo comienza a escribir teatro y destruirá su primera obra: Mampar. No sucede lo mismo con la segunda, llamada primero Moscú contra Moscú y luego Entre las dos orillas corre el río.
Hacia fines de diciembre Vallejo, sindicado como comunista, recibe orden de abandonar el territorio francés. Se va a España junto con Georgette. Abandona toda colaboración en los periódicos limeños. Y en el mes de abril de 1931 Vallejo presencia el nacimiento de la República e ingresa en el Partido Comunista de España. Escribe para la Editorial Cenit una novela de denuncia social: El Tungsteno, en la que incluye Sabidurías, aunque con ciertas modificaciones. El reportaje Rusia en 1931, editado por la Editorial Ulises, tiene un gran éxito, pero no logra publicar su cuento infantil Paco Yunque. En octubre de ese mismo año realiza su tercer y último viaje a la URSS: allí compone versos que más tarde serán "Dulzura por dulzura corazona!". Nuevamente en Madrid comienza otra obra teatral: Lock out.
En enero de 1932, le escribe a Juan Larrea: Comparto mi vida entre inquietud política y personal y mi inquietud introspectiva y personal y mía, para adentro.
En febrero del mismo año regresa a Francia clandestinamente, donde no pasa mucho tiempo antes de que consiga permiso para quedarse. En 1933 colabora en la Revista Germinal de París con artículos sobre el tema Qué pasa en el Perú?. En octubre Georgette vende el apartamento de la rue Moliere que había heredado de su madre. Desde ese momento vivirán en hoteles y cuartos amueblados hasta que, en 1936 se instalan en el Hotel du Maine, que será la última residencia de César Vallejo antes de la clínica donde fue a morir.
En 1934 Vallejo, como autor de Trilce, es incluido por Federico de Onís en su Antología de la Poesía Española e Hispanoamericana. En octubre del mismo año se casa con Georgette. Prepara dos volúmenes críticos: El arte y la revolución y Contra el secreto profesional. El año 1935 se presenta como un año oscuro, consecuencia de intentos frustrados por editar un volumen que reuniera las prosas poéticas y los poemas escritos en 1923. En 1936 Vallejo colabora en la ayuda al pueblo español, y con la causa republicana, estremecido por la tragedia que vive España. Escribe el poema París, octubre 1936. En diciembre viaja a Barcelona y a Madrid. Redacta artículos de los primeros meses de la guerra española, hecho que supera a las revoluciones rusa y francesa, y es una epopeya única en la historia.
En 1937 César Vallejo va a Valencia al Congreso de Escritores Antifascistas. Y entre setiembre y diciembre del mismo año revisa algunos de sus últimos versos y agrega la mayor parte de los textos que formarán Poemas Humanos y España, aparta de mi este cáliz, ambas obras publicadas después de su muerte.
En marzo de 1938 Vallejo enferma: Cualquiera sea la causa que tenga que defender ante Dios, más allá de la muerte, tengo un defensor: Dios. En la mañana del Viernes Santo 15 de abril muere pocas horas después de que las tropas franquistas alcanzaran el Mediterráneo, al norte de Valencia, dividiendo en dos lo que quedaba del territorio republicano. La obsesión de Vallejo por la guerra civil española estuvo presente hasta sus últimos días. Al respecto André Coyné dirá: ...en la mañana del Viernes Santo de 1938, día 15 de abril, Vallejo muere en París; al amanecer ha llamado a su madre, además ha gritado "España, me voy a España" y luego, nada.

César Vallejo y las vanguardias

Vallejo nace cuando cierta forma de poesía está en proceso de decadencia, poesía que tiene sus últimas manifestaciones en el simbolismo en Francia, y en el modernismo, en el mundo hispánico. Si bien el poeta no va a inscribirse a ninguna escuela o corriente literaria de su época, no permanece ajeno a ellas. Entre 1892, año en que nace el poeta, y el fin de la primera Guerra Mundial -cuando aparecen Los Heraldos Negros- abundan las escuelas y movimientos que buscan una transformación tanto en la poesía como en el arte en general: ultraísmo, futurismo, dadaísmo, surrealismo, creacionismo. Hasta 1915 la obra de Vallejo presenta en la expresión y en su temática signos de cierto romanticismo. Hacia fines de ese mismo año, cuando tiene sus primeros contactos con el grupo de escritores jóvenes de Trujillo, su producción comienza a tener claras marcas modernistas, que luego van desapareciendo para dar paso a su propia forma. El contacto con este grupo de escritores de Trujillo, cuyo promotor intelectual era Antenor Orrego, va a ser decisivo en cuanto a su camino literario.
El Modernismo llega al Perú una generación después con el movimiento colonida y José María Eguren. Un poema de César Vallejo titulado Campanas Muertas, publicado por La Reforma de Trujillo el 13 de noviembre de 1915 es representativo de las marcas modernistas, y más concretamente herrerianas:
Tristes campanas muertas sepultadas
en el féretro gris del campanario,
son como almas de bardos, olvidadas
en un trágico sueño solitario.
Abstraídas, silentes, enlutadas,
cual sombras de un martirio visionario,
por los rayos del níspero doradas
son lágrimas que llora el campanario.
En los tibios crepúsculos de estío
parece que surgieran suspendidas
del muro en ruinas de mi pecho frío.
Junto a mi corazón que mudo y yerto
sangrando el carmesí de sus heridas
como esos triste bronces, yace muerto!

El dolor como experiencia del mundo objetivo

Parece que la vida sigue empecinada a herirme. Esta carta la escribo desde el Hospital de la Charita Sala Boyer, cama 22, desde donde acabo de ser operado de una hemorragia intestinal. He sufrido veinte días horribles de dolores físicos y abatimientos espirituales increíbles. Hay, Pablo, en la vida horas amargas, de una negrura negra y cerrada a todo consuelo. Hay horas más, acaso, mucho más siniestras y tremendas que la propia tumba. Yo no las he conocido antes. Este hospital me las ha presentado y no las olvidaré. (carta de César Vallejo a Pablo Abril - octubre 19 de 1924).
El dolor es en César Vallejo una apertura a la existencia, una forma de conocimiento, que en vez de provocar un repliegue del sujeto sobre si mismo, una vuelta sobre su universo personal, crea la apertura, es experiencia de la objetividad pero que tiene su base en el cuerpo humano. El hombre vallejiano se define por su capacidad de sufrir, y es a través del cuerpo y por el sufrimiento que el hombre tiene una revelación de su materialidad esencial. El cuerpo es en Vallejo fundamento de la conciencia humana. Es importante tener en cuenta que en Vallejo hay una particular relación con la dialéctica, que tiene de la misma manera como consecuencia una particular relación con el lenguaje. La dialéctica vuelve lúcida la angustia: al tiempo que descubre en la dinámica de los contrarios una ley que le permite entender el mundo, el poeta encuentra otra que lo borra del mundo. Pensar por el mundo en sus contradicciones no solo es difícil sino tremendamente doloroso en la medida en que para Vallejo pensar dialecticamente es antes que nada, "vivir de su propia muerte", más allá de la experiencia personal.
Invierte el sufrimiento posiciones, da función
en que el humor acuoso es vertical
al pavimento,
el ojo es visto y esta oreja oída…
dice Vallejo en "Los Nueve Monstruos", y efectivamente el dolor y el sufrimiento, invierte las relaciones entre la conciencia y la materia, entre el alma y el cuerpo; no hay conciencia posible fuera de este dolor siendo así el sufrimiento una manera de conocer la realidad.
Así es que la experiencia del dolor es en Vallejo uno de los elementos que fundan en él la inversión materialista. Y en este sentido encontramos encontramos interesantes huellas en algunos de sus "Poemas en Prosa", como por ejemplo en "No vive ya nadie en la casa". Aquí y a primera vista podríamos pensar que estamos fundamentalmente ante una poesía intimista referida a aquella casa de Santiago de Chuco donde han muerto su madre en 1918 y su padre en 1924. Sin embargo, estamos ante todo frente a la dialéctica del quedar y del partir, que en Vallejo hace referencia al doble movimiento hacia la vida y hacia la muerte:
Y yo te digo: cuando alguien se va alguien
queda… Todos han partido de la casa en
realidad, pero todos se han quedado en verdad.
Y luego de encerrar al lector en la contradicción del quedad y del partir, Vallejo introduce otro verbo que constituiría la superación en si mismo, continuar:
Y no es tampoco que ellos queden en la casa
sino que continúan en la casa. Las funciones
y los actos se van de la casa en tren o en
avión o en caballo o a pie o arrastrándose.
Lo que continúa en la casa es el órgano, el agente en gerundio o en círculo. Los pasos se han ido, los besos, los perdones, los crímenes. Lo que continúa en la casa es el pie, los labios, los ojos, el corazón. Las negaciones y las afirmaciones, el bien y el mal, se han dispersado. Lo que continúa en la casa es el sujeto del acto. El hombre vallejiano no puede pensar el mundo a partir de otra cosa que el mundo mismo, y para Vallejo el mundo antes que nada, es el cuerpo: El cuerpo solidario, la cosa cosa, la cosa tremebunda.
Esa conciencia material, este conocimiento extrapoético se inserta en una estructura verbal específica y sujeto a una funcionalidad poética. La materialidad del ser, la conciencia de lo corpóreo a través del sufrimiento, cobra fuerza en Vallejo por medio de la repetición de términos. El procedimiento anafórico que surge de la obsesión del hombre que sufre, juega un papel unificador que se intensifica a lo largo de toda su obra, siendo la anáfora uno de los ejes fundamentales de su poesía. Procedimiento ya presente en Trilce y en algunos poemas de Poemas en Prosa, se generaliza y se intensifica en Poemas Humanos.
Y, desgraciadamente,
el dolor crece en el mundo a cada rato,
crece a treinta minutos por segundo, paso a paso,
y la naturaleza del dolor, es el dolor dos veces
y la condición del maritirio, carnívora, voraz
es el dolor dos veces
y la función de la yerba purísima, el dolor
dos veces,
y el bien de ser, dolernos doblemente…

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PAGINA ACTUALIZADA EL 16/2/2002