RICARDO VEGAS GARCIA (1897-1956)


        Elogio fúnebre pronunciado por el historiador Raúl Porras Barrenechea sobre el intelectual, periodista, escritor, historiador y diplomático Ricardo Vegas García (Payta - Perú, 29/10/1897 - 1/02/1956):

        "Recuerdo la irrupción de Ricardo Vegas García en el ambiente limeño de 1918 afectado por el dandismo de Valdelomar y el snobismo de Colónida. Vegas era todo lo contrario. Era ímpetu viril incontenible, intrepidez y franqueza juvenil, temperatura de combate. Pero era, a la vez, avidez de saber, claridad en las ideas y en propósitos, culto de los héroes y de los arquetipos vitales, hondo tradicionalismo, amor acendrado a lo propio, celo por los motivos histórico regionales, apasionado amor por Piura, por sus cosas, por sus hombres representativos, por su paisaje y su historia. No fue la suya una minúscula manía, estrecha y localista, porque él supo, siempre, mirar a lo universal, como buen periodista, sino, honda y sincera compenetración con el pasado y con la tierra que él sentía, como todo lo suyo, como pasión vital. Y, como legítima expresión de Piura, parecía alimentado con algarrobina, sentir en el tibio ambiente de Lima los ardores de la “resolana” y –por una asociación atrabiliaria, imaginada e honor suyo, admirador y apologista de su coterránea el Almirante Grau- tener un espíritu de proa en el pensamiento y, en el ánimo, un invicto espolón de combate. En Vegas había un periodista de instinto y de garra, maniatado por la pobreza que no tuvo donde anidar señeramente. A los 18 años reportaba a Valdelomar, (escritor y cuentista del Sur del Perú), en Piura con ese despabilamiento y soltura propios del periodista nato, sin desconcertarse ante la pose del Pontífice de la cursilería limeña, como dos años más tarde en Lima, dialogaba mano a mano, con el líder socialista (argentino) Alfredo Palacios, con el que guardó más tarde profunda y bien trabada amistad. Era un mozalbete que apuntaba a la profesión de hombre y que iba a hacer de la virilidad en el pensamiento y en la conducta su lema mosqueteril. Pequeño y ligero de cuerpo, con rosto de adolescente y desplantes de macho, desplazada intemperancia, propenso a las exclamaciones jocundas e hiperbólicas –Es una catedral o es una basílica, solía decir para denunciar su estupefacción- era el tipo de estudiante bohemio, enamorado, excitable, que pasaba fácilmente de la carcajada al apóstrofe y que cultivaba como un deporte olvidado en nuestro medio, la santa virtud de la indignación.

        "Vegas fue, como he dicho, fundamentalmente periodista, a través de las transformaciones obligadas de su vida, -cónsul, diplomático, profesor universitario, Ministro Plenipotenciario, catedrático, padre de familia, cesante administrativo- pero en todas ellas conservó su inalterable fisonomía de periodista. Apenas llegado a Lima, ingresó a La Prensa, (diario peruano muy importante), bajo la dirección gallarda de Luis Fernán Cisneros, gran poeta peruano. Fue el gacetillero de la reforma universitaria, que encabezaba como líder estudiantil en Letras, el reportero de las grandes personalidades, e incitador a vocaciones literarias estudiantiles.

        "Clausurada La Prensa en 1921, fue acogido en La Crónica (otro de los diarios importantes del país), bajo la ceñuda bondad de don Clemente Palma (hijo de don Ricardo Palma, el gran tradicionista limeño), y fue jefe de redacción de la revista Variedades (una de las más importantes revistas peruanas). Fue allí donde Vegas se manifestó, como dijo Mariátegui (José Carlos Mariátegui, el Amauta, creador del Partido Socialista peruano), como un admirable regisseur. Variedades de 1922 a 1930, fue un registro de todas las inquietudes intelectuales del Perú de entonces en artículos literarios e históricos, en encuestas sugestivas, corresponsalías como las de Mariátegui y Vallejo (el poeta peruano por excelencia y más conocido en el mundo), que rompían el encastillamiento intelectual político con la vibración del mundo europeo y colaboraciones juveniles y extranjeras intelectual político con la vibración del mundo europeo y colaoraciones juveniles y extranjeras. La crisis política del año 30 acabó con La Crónica y Variedades y Vegas fue solicitado por el Estado Mayor de la inteligencia peruana, reunido en la Acción Republicana –Villarán, Gálvez, Ulloa, La Jara y otros- a ser jefe de redacción de El Perú, diario dirigido a contener la posible aparición del cesarismo y que fue, naturalmente, clausurado y condujo a Vegas la prisión de San Lorenzo, de donde regresó, echando chispas, a ser miembro de la Junta de Notables que restauró el orden constitucional.

        "Pasada aquella etapa azarosa, Vegas fue llamado al servicio consular del Perú, que le indujo a editar, desde fuera, una revista de difusión de nuestros valores espirituales y materiales que tituló siempre El Perú, y disciplinando la mente viajera y la curiosidad periodística, siempre fresca e insaciable y su admiración impertérrita en todos los horizontes de su viaje. Chile, Argentina, España, Alemania, Italia, Francia, Portugal. Con la facilidad característica de los periodistas, de adaptarse y compenetrarse con todos los ambientes y trabar amistades insospechadas, se familiarizó con la vida y las costumbres de Alemania en Bremen y en Hamburgo, chapurreó el alemán, divagó por las viejas catedrales y universidades, recorrió los museos de Francia y los rincones de la galantería dieciochesca, saludando en cuadros y estatuas, a antiguos conocidos de sus lecturas novelescas y románticas, arraigó en Madrid amistades profundas y el Portugal intimó con el célebre escritor Julio Dantas.

        "Los últimos días de Vegas, rodeado de los libros de su juventud y de sus viajes, de sus estampas y retratos históricos, particularmente de la Francia revolucionaria y de la Alemania de Goethe, cercado por la enfermedad, que compensaban con su ternura femenina su esposa y sus hijas, fueron ineluctablemente para el periodismo. Cesante en al servicio diplomático, Vegas volvió a escribir artículos y reportajes. Escribió bajo el seudónimo de Argos en el Comercio, artículos de evocación sobre un tema que le era íntimamente grato, el de los Don Juanes de la leyenda casanovesca, en la que se hundía él mismo con la experiencia de un viejo y relamido gentilhombre, de un Bradomín jubilado en las lides del amor y en las que trazó algunas siluetas de artistas que pasaron por el Perú, ágiles y animadas, al ritmo fácil de la improvisación. En La Crónica, empezó a escribir, siempre atraído por la feminidad en la historia, las biografías de las Presidentas del Perú, en las que hay, recogidas de la tradición familiar, información histórica de primera mano, anécdota y genealogía, para una identificación del espíritu femenino en nuestra historia. Asediado por la ceguera, que avanzaba a pasos gigantescos, tenía que dictar sus artículos, que, a veces, no podría corregir por la urgencia, y, siempre fiel a su tierra nativa, él, que había publicado ya un Libro de Cabildos de Piura, escribía para solaz propio, páginas de la historia de la ciudad, reunía documentos para la biografía de Miguel Grau para un libro que titulaba El Caballero de los Mares- que no logró acabar por tener que escribir, bajo contrato, una Historia del Guano- y se hundía en rastreos genealógicos sobre los linajes próceres de Piura.

        "La lección de Vegas es la de la energía para defender la propia convicción, la de la lealtad a su solar nativo, y, a la vez, la curiosidad por lo universal y humano, la de la consagración absoluta y desinteresada, heroica casi a las tareas del espíritu y, sobre todo, la de la nobleza del corazón. Podría decirse que él puso el corazón por delante en todas sus empresas y que todos sus actos denuncian en él –como decía Unamuno- una 'lógica cardíaca', una lógica del corazón, que llena y reemplaza los vacíos de la lógica racional con la profunda sabiduría de los mejores impulsos vitales. No tuve ni tendré mejor amigo que Ricardo Vegas García y, en los recuentos de mi juventud y de este atardecer sin esperanza, surge la imagen de su ánimo enhiesto y denodado, de puro sentido caballeresco, repartiendo mandobles contra galeotes y yangüeses, y rindiéndose únicamente ante la dulce imagen femenina. Compruebo que la sociedad va acreciendo y que algunas células de mi sistema nervioso, que vibraban particularmente al percibir la onda de su entusiasmo, deben haberse para siempre inmovilizado y, como decía Barrés, habrán quedado desiertos algunos jardines del alma, donde gustábamos exasperar nuestro ardor."

        Lima, 2 de febrero de 1956.

FOTO HISTÓRICA:

Miembros del Conversatorio Universitario de la UNMSM del año 1918.
De izquierda a derecha, Jorge Basadre, Manuel Abastos, Ricardo Vegas García, Raúl Porras Barrenechea, Luis Alberto Sánchez, Guillermo Luna Cartland, Carlos Moreyra Paz Soldán y Jorge Guillermo Leguía. Esta foto está expuesta en la Casa de la Literatura de Lima (antigua Estación de Desamparados).

FUENTE: Cortesía de la hija del escritor, Sylvia Vegas García.
Miraflores, Lima-Perú.

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PAGINA ACTUALIZADA EL 14/07/2019