FILA 4, pasillo      
CERRAR LOS OJOS
por Leopoldo de Trazegnies Granda

(La última película de Víctor Erice)
   

        Puede ser que algunos encuentren gratificante ir al cine a ver una película y salir habiendo visto dos. Me refiero a la última de Erice, “Cerrar los ojos”. La primera parte es un “collage” de escenas cinematográficas con un mínimo de suspense que mantiene al espectador a la expectativa e interesado en la serie de diálogos intrascendentes que se suceden como si fueran trascendentales. Son pequeñas escenas entrelazadas que van desembrollándose a medida que se descubre que todas están relacionadas con la desaparición de un actor en el rodaje de una película inconclusa titulada “La mirada del adiós”.

        En la segunda parte la película pierde la poca originalidad que tenía y se convierte en algo más convencional que cuenta la lamentable vida que llevó el actor desaparecido hasta reencontrarse con su hija. La historia entonces cambia de ritmo, se hace lineal y se incluyen escenas artificiosas carentes de emoción y guiños artificiales al cine internacional como la interpretación de la canción “My Rifle, My Pony and Me” de la película “Río Bravo' de Howard Hawks que tiene difícil encaje en una choza de Almería.

        El vínculo de ambas partes es la película “La mirada del adiós” que el director y protagonista no llegó a rodar, de la misma manera que el propio Erice no llegó a llevar a las pantallas la novela “El embrujo de Shaghai”, adaptación de la novela de Juan Marsé que finalmente dirigió Fernando Trueba. Ambas tratan de un viaje a Shanghai que en este caso se hace para buscar a una niña. Este podría ser un dato autobiográfico como muchos otros que se pueden encontrar en la película, como un desquite a los productores de “El Sur”, pero cogido por los pelos, por no haberle permitido rodar la segunda parte de esa película..

        El estilo de Erice es de una minuciosidad casi patológica, atento a los detalles más nimios de la actuación que en la mayoría de los casos son innecesarios y no hacen otra cosa que prolongar el metraje de la película. Su firma de director se reconoce en algunos tics que ya aparecieron en el resto de sus películas, como los rítmicos golpes del bastón del padre en la buhardilla de “El Sur” (1983) y en esta película los del bastón de la monja por los pasillos de la Residencia de Ancianos. También su afición a filmar los rostros de personas visionando una película en la oscuridad, que en “El espíritu de la colmena” (1973) son niños en un cine ambulante viendo la película de Frankenstein; en “El Sur” la imagen del padre viendo una película protagonizada por su amor imposible y en “Cerrar los ojos” un pase de las últimas secuencias de la película que debió ser “El embrujo de Shanghai”. (Esta última escena podría ser incoherente porque si la película quedó inconclusa por desaparición del actor, no podían haber rodado el final). También en esta película utiliza el recurso de las anteriores como incertar una película dentro de otra cual matrioshkas donde la más pequeñita resulta siendo el corazón de la grande. “La mirada del adiós” abre y cierra la película de Erice.

        Quizá lo más interesante es cómo Erice logra sacar de un argumento detectivesco banal una película sorprendente. Parece como si hubiera querido demostrar su buen oficio de cineasta, como si nos hubiera querido decir: “¡Así se hace cine!”. Para lo cual hay momentos que parece que estuviéramos viendo el “making of” y no la película directamente. Es decir, es cine, sobre el cine, para cinéfilos, pero fallido. Desgraciadamente sus tres horas de duración se hacen pesadísimas para el espectador corriente, la segunda parte más que la primera. Tal vez las primeras escenas y las últimas, en un decorado teatral esperpéntico y con una actuación artificiosa, son las únicas que sorprenden al espectador, a mí hasta me gustaron por lo aberrantes y salidas de tono, justamente.

        En esta película Erice ha logrado lo que no pudo hacer en su última producción, “El Sur”, es decir, rodar sin límite de tiempo. “El Sur”, como ya hemos mencionado, también tenía una segunda parte que no llegó a rodarse por desavenencias con el productor Elías Querejeta que se negó a ampliarle el presupuesto para continuar porque consideró que en sus 93 minutos de rodaje la película ya estaba terminada, que ya no había nada más que decir y no necesitaba de una segunda parte que sería extenderla innecesariamente.

        En “Cerrar los ojos” esto no ha ocurrido y la segunda parte se rodó y resulta totalmente prescindible. La coproducción España-Argentina compuesta por una serie de empresas han aceptado la pretensión de Erice de rodar películas de largo metraje sin que veamos la justificación.

        Se esperaba con interés esta nueva película de Erice cuarenta años después de su última producción solo interrumpida por el documental sobre el pintor Antonio López (“El sol del membrillo”, 1992) y su participación en una película colectiva con un pequeño episodio titulado “Alumbramiento” (2002). Pero mi modesta opinión de aficionado al cine es que lamentablemente nos encontramos con una película fallida, desmembrada, que no tiene una unidad reconocible, donde la poesía tan alabada en su obra anterior brilla por su ausencia a pesar de haberse valido de una actriz como Ana Torrent que a los 6 años de edad fue el alma y los ojos del “El espíritu de la colmena” y ahora a los 57 interviene en un papel breve que, aunque consistente, no llega a imprimir el carácter dramático que supongo que se pretendía.

Leopoldo de Trazegnies Granda. Noviembre, 2023

 
OTRAS CRÍTICAS DE PELÍCULAS DEL MISMO DIRECTOR:

  • NEORREALISMO TARDÍO ("El ESPÍRITU DE LA COLMENA")

  • EL DESAMOR DE UN EGÓLATRA ("El SUR")

  • LA ESPAÑA CREPUSCULAR ("Alumbramiento")

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