EL ESPIRITU DE LA COLMENA
Víctor Erice Director
Víctor Erice y Angel Fernández Santos Guionistas
Luis Cuadrado Fotografía
Luis de Pablo Música
Elías Querejeta ProductorFernando Fernán Gómez Fernando
Teresa Gimpera Teresa
Ana Torrent Ana
Isabel Tellería Isabel
José Villasante Frankenstein
NEORREALISMO TARDÍO
Todo español menor de sesenta años debería ver esta obra que nos sumerge en la oscuridad de la España de los años cuarenta que afortunadamente cada día se aleja más de nosotros.
El escenario es un pueblo de Segovia, que podría ser cualquier pueblo después de una guerra.
Dos niñas sufren la terrible experiencia de descubrir la realidad cuando los sombríos supervivientes de la guerra han decidido clausurar el mundo como un panal de abejas, prohibir la vida en libertad, el pensamiento libre y dejar en suspenso sus sentimientos por tiempo indefinido. La atmósfera está ya limpia de pólvora pero saturada de temor, de silencio, de desconfianza, de aislamiento, de desamor, en esos duros campos de la meseta castellana. Nadie se atreve a levantar las costras para ver las heridas, el misterio se ha hecho más denso que el aire para cubrir la tristeza, la desilusión, el hastío.
En ese pueblo de ambiente lúgubre poblado, o deshumanizado, por figuras taciturnas, las dos niñas aprenden a respirar por los ojos para no morir asfixiadas, a crearse su propio mundo imaginario con lo que encuentran a su alrededor: un Frankenstein fantasmal que llega en un cine ambulante, un caserío en ruinas, la aparición de un maqui perseguido.
Como drama de fondo están los padres, pertenecientes a la generación de la guerra. Ella es todavía una mujer joven, casada con un introvertido criador de panales, que escribe cartas a alguien que quiere. Entre ellos se ignoran.
La crítica ha dado demasiada importancia a la situación de las hermanas frente a la realidad cuando no es el aspecto más importante de la película pese a que el propio director considere a las niñas un elemento fundamental de su obra. Lo que constituye el verdadero mérito de la película es el escenario de una España pauperizada material y anímicamente donde los habitantes se esfuerzan en ajustarse a rígidos patrones tradicionales como si fueran personajes de ilustraciones antiguas, seres que ya han muerto pero siguen allí malviviendo, dedicados a las labores del campo o criando abejas, o escribiendo cartas a amores imposibles.
La utilización de niños tan frecuente en el neorrealismo italiano influyó enormemente en el cine español de posguerra. Era un recurso fácil para provocar un poco de ternura en la dura existencia que se soportaba en esos años. Películas como Marcelino pan y vino (1955), protagonizada por el niño Pablito Calvo, descienden directamente de la sensibilidad de la posguerra italiana. Los dos únicos largometrajes de Erice (1973 y 1983), construídos sobre personajes infantiles y escenas "a cielo abierto", son un tardío tributo al neorrealismo italiano para mostrar la miseria social que dejó la guerra civil española. La crítica celebró este homenaje al buen cine en unos años que al suprimirse la censura se producían en España cientos de películas banales y de "destape" posfranquista. Esta circunstancia, por contraste, contribuiría decisivamente a su sorprendente éxito. Enlazaba las tradicionales películas de actores infantiles del franquismo, que el público disfrutaba viendo, con la nueva situación de libertad que se iniciaba en España pero sin caer en la chabacanería ni el impudor sexual del momento.
El paisaje de la sociedad rural que Erice retrata en El espíritu de la colmena sólo puede darse después de una guerra civil que lo ha arrasado todo, hasta los sentimientos. Las niñas son ajenas a esta problemática, ignoran la angustiosa realidad que las rodea, ellas tratan de deslindar la realidad de la fantasía como cualquier otro niño, donde hasta el mito de Frankenstein tiene cabida. Sus juegos y actitudes ponen un toque de humanidad en el monótono paisaje.
La película no necesita más personajes individuales, no existen, sólo se intuyen. Las cámaras enfocan la casa de un matrimonio que es una familia casi invisible, donde no se habla, nada les produce alegría ni tristeza, donde no se vive. Una más dentro de los pueblos fantasmas de posguerra. La belleza de las imágenes se debe al trabajo de Luis Cuadrado, el mismo que estuvo a cargo de la fotografía de Ana y los lobos de Saura y de Pascual Duarte de Ricardo Franco.
El espíritu de la colmena no pasa de ser un remedo poco original del cine neorrealista italiano, una muestra más de cine retro en las postrimerías del franquismo, pero que justamente por su falta de imaginación y de humor resulta de alto valor instructivo: nos asoma, con treinta años de retraso, al espíritu lóbrego de la España que dejó la guerra.
Leopoldo de Trazegnies Granda
DATOS TECNICOS:
Film: Color / 35 mm
OTRAS CRÍTICAS DE PELÍCULAS DEL MISMO DIRECTOR:
|