El Papa ha escrito una carta a los cristianos en relación a los innumerables casos de pederastia que se han descubierto en la Iglesia católica irlandesa, al igual que se sabe que ocurrió en la norteamericana, alemana y holandesa. En ella expresa su vergüenza por el abuso sexual que han venido perpetrando sus ministros a los niños que estaban a su cargo. No es para menos, es uno de los mayores delitos que se pueden cometer. La carta está firmada el viernes 19 de marzo de 2010, para ser conocida el sábado 20 y domingo 21 en los oficios divinos de fin de semana.
Coincide la publicación de la carta papal con la homilía de este domingo en donde Cristo salió en defensa de la mujer adúltera a la que querían lapidar, diciendo: "Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra".
Tratar de exculpar a los curas pedófilos con el mismo argumento que Cristo utilizó para salvar de la lapidación a una mujer que por amor había cometido adulterio, sería una inmoralidad nauseabunda. Equiparar a una mujer amante con un cura pedófilo causa repugnancia moral. El Papa no lo ha hecho. Se ha cuidado de no mencionar ese pasaje en su carta, pero en todas las misas de este fin de semana lo han leído los sacerdotes y en todos los medios de comunicación lo han repetido. ¿Coincidencia o actitud sibilina? ¿Por un lado se avergüenza y entona el mea culpa y por otro encubre a los pedófilos?
Es probable que al propio Papa se le hubiera pasado esta lamentable coincidencia porque Benedicto XVI ha demostrado más de una vez ser uno de los Papas más chambones que han pasado por el Vaticano (para muestra la mención al Islam), pero a la astuta Curia romana no se le pasan este tipo de detalles porque los cardenales pueden ser hipócritas pero no imbéciles.
Si el Papa hubiera relacionado el delito de pedofilia de sus ministros con la mujer adúltera del evangelio, supongo que más de un ciudadano habría estado dispuesto a lanzar esa primera piedra y la segunda y muchas más a los curas pedófilos que abusaron sexualmente de niños y niñas en Irlanda, pero mediante este método sibilino de "culpabilizar" a todo el mundo desde la misa consiguen los mismos resultados sin necesidad de que el Papa lo diga expresamente. Es maquiavélico. La comparación está hecha, pero nadie los puede acusar. Método aprendido por la Iglesia tras largos siglos de administrar la Inquisición.
La Iglesia católica viene actuando de la misma manera durante toda su historia, haciendo cosas distintas con cada mano y sin que la mano izquierda se enterase de lo que hacían con la derecha. Ayer eran las torturas, los asesinatos, hoy es la pederastia. Esta hipocresía mantenida con cinismo le ha permitido medrar hasta nuestros días amasando una fortuna inmensa y secuestrar durante dos mil años la conciencia de sus fieles con amenazas de "fuego eterno" y otras barbaridades por el estilo.
Para conocer la aterradora "política católica" no hace falta remontarse al incestuoso Juan XII, ni al sádico Juan XIII, ni al lujurioso Alejandro VI, ni al genocida Inocencio III, ni al torturador Inocencio IV, ni al asesino Bonifacio VII, ni al violador Benedicto V, ni al cruel Gregorio V, ni al pederasta Julio III... (Si así se portaban los Papas ¡qué no harían los obispos y los curas! Quien quiera tener más información sobre la historia de la Iglesia puede consultar el libro de Fernando Vallejo titulado La puta de Babilonia, de la editorial Seix-Barral. Barcelona, 2007). Pero, no hace falta remontarse hasta tan lejos, la Iglesia no ha dejado de actuar siempre de la misma manera.
En los tiempos actuales la Iglesia católica no se puede ver de otra forma que como una milenaria multinacional corrompida que ha tenido mucho éxito en el pasado gracias a invocar lo divino para poder sacar provecho de lo humano, claro está, sin olvidarse en ningún momento de administrar caridad con la mano izquierda, faltaría más, es como ha mantenido engañados a sus devotos clientes asegurándoles además la vida eterna.
No basta pedir perdón por el delito continuado de pedofilia, los degenerados frailes delincuentes deben ser juzgados penalmente por sus delitos, ahora que ya se puede, porque hasta hace muy poco los curas tenían el privilegio de ser juzgados únicamente por la jurisdicción eclesiástica. Es decir, se juzgaban ellos mismos.
Y la Iglesia, para ser respetada en el siglo XXI, debe dejarse de monsergas y recluirse en sus conventos, sin interferir en la sociedad civil. Los ciudadanos nos administramos mediante leyes justas y no mediante rezos, amenazas, ni falsas promesas divinas. Monseñor Rouco Varela y su agresivo enanito Martínez Camino, portavoz del clero, deberían tenerlo en cuenta.