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LA JOVEN DE LA PERLA
(Basada en una novela de Tracy Chevalier sobre el pintor Vermeer)

 

   

          Convertir un cuadro del siglo XVII en una película del siglo XXI es una tarea complicada. Hay que transmutar mucha pobreza, mucha injusticia, mucha sordidez de los inicios de la Europa moderna para obtener la perla en la cámara oscura de hoy.

          La joven de la perla es una película para verla como se piensa un cuadro, con morosidad. Debe uno exponerse al resplandor de los colores y sus sombras durante noventa y un minutos para poder atisbar el misterio de esa mujer pintada por Johannes Vermeer. Su mirada inocente nos intriga porque es ambivalente, su ojo derecho parece denotar tristeza y el izquierdo miedo, pero en los dos se adivina una terrible decepción. Durante toda la película esperamos conocer el motivo que la aflige, pero concluímos que se debe al desamor en el que vive.

          La película recrea la casa del pintor, su celosa y caprichosa mujer, la dominante suegra, el ambiente doméstico y mezquino, con su crudeza, sus abusos, entre los canales de una ciudad holandesa, donde el cariño, la comprensión, la ternura eran tan escasos como la luz del día y había que hacer un esfuerzo para aprehenderla, para plasmarla en cuadros. En la atmósfera católica opresiva, llena de sospechas, la joven no puede distinguir el amor, sin embargo se encandila con la alquimia de los colores y con el mago que los convierte en figuras. Ella no levanta pasiones, su alma es un filtro silencioso de esa sombría muchedumbre recién salida de la Edad Media que la transita.

          El cine es el arte más parecido al pensamiento humano, porque no pensamos con palabras sino con tiempos y emociones en permanente agitación, por eso asistimos a nuestros sueños como a auténticos estrenos, los que soñamos dormidos y los que imaginamos despiertos, estos últimos requieren de algo muy difícil de mantener en circunstancias adversas: la ilusión, la que nos permite amar. En el cine nos dejamos pensar por nuestra fantasía. Peter Webber ha jugado con estos elementos, que no se encuentran en la pintura, para darnos una imagen animada del lienzo del pintor holandés, pero nada nos llega a ser desvelado, tampoco importa, porque se podrían hacer tantas versiones de la joven de la perla como espectadores tiene el cuadro; la película es la versión de la novela de Tracy Chevalier, un argumento simple, gélido, en armonía con el ambiente de la época.

          La joven nos conmueve, uno siente la necesidad de liberarla de la pena que lleva prendida como una perla ajena, para disipar su turbación y que pueda ilusionarse, hasta llegar a amar.

Leopoldo de Trazegnies Granda

Título original: Girl with a pearl earring
Dirección: Peter Webber
Griet: Scarlett Johansson
Johannes Vermeer: Colin Firth
Maria Thins: Judy Parfitt
Pieter: Cillian Murphy
Catharina: Essie Davis
Tanneke: Joanna Scanlan
Cornelia: Alakina Mann
Van leeuwenhoek: David Morrissey
Maertge: Anna Popplewell
Baby Johannes: Nathan Nepper
Van Ruijven: Tom Wilkinson
Distribuidora: Vértigo
Género: Drama
Producción: Andy Paterson
Guión: Tracy Chevalier y Olivia Hetreed
Fotografía: Eduardo Serra
Música: Alexandre Desplat
Duración: 91 minutos

RESEÑAS DE OTRAS PELÍCULAS:
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PAGINA ACTUALIZADA EL 21/2/2004


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