Depósito Legal Z-729-2006 - ISSN 1886-2519 |
LOS ALCORES. CRÓNICAS VISUEÑAS, de Leopoldo de Trazegnies Granda
Asociación Cultural Grafein / Bubok
Fecha de publicación: 2009
142 páginas
ISBN 978-84-613-2325-8
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A veces uno se encuentra casi sin querer con un libro de esos que desde sus primeras páginas parece absorberte por completo, que sin saber muy bien cómo, casi como si hubieras caído preso de un extraño sortilegio, consigue tocarte una fibra sensible, un punto íntimo que te saca de la vulgaridad de la vida cotidiana y te aloja por unas horas en las más recónditas estancias de lo humano. Eso precisamente es lo que me ha sucedido con Los Alcores. Crónicas visueñas, de Leopoldo de Trazegnies Granda, un libro preciso y hermoso que conjuga el placer de la lectura con la solidez y el rigor del pensamiento, una obra que no resulta fácil clasificar pues camina serpenteante entre el relato, la reflexión, la crónica y la memoria, ofreciéndonos un brillante repertorio de historias y discursos que revelan la extrema sensibilidad de su autor para percibir más allá de lo aparente, para bucear en las profundidades de la comarca de Los Alcores y traernos a los que no somos de allí el espíritu y la idiosincrasia de aquellas tierras.
Un total de veintinueve textos conforman este libro, textos por los que pasean figuras tan dispares y curiosas como el torero japonés Atsuhiro Shimoyama, los tigres del zoo de Carmona o el hispanista francés Jorge Bonsor, junto con otras de sobras conocidas, como Fernán Caballero, Antonio Machado o Ángel González. Resultaría del todo imposible dar cuenta de la totalidad de historias que conforman este libro, así que no me queda más remedio que destacar algunas de ellas, sin que de ello deba desprenderse el más mínimo menosprecio de las restantes, como esa «bella historia de amor» que habla del nacimiento de la niña María, venida a este mundo con la ayuda de la ciencia para salvar la vida de su hermana Clara, enferma de leucemia a la que solo un trasplante de médula puede mantener viva; o la que cierra el libro y que nos cuenta la especial relación que se estableció entre la escritora andaluza Fernán Caballero y el hispanista Washington Irving alrededor de una finca cuyo verdadera ubicación Trazegnies se encarga de situar; o la conversación sobre poesía china que el autor entabla con un profesor de español de la universidad de Pekín; o la crónica del duelo fraticida que mantuvieron en Sevilla en 1987 los entonces maestros ajedrecistas Karpov y Kasparov, duelo que, por cierto, acabó en tablas.
Merece la pena, igualmente, destacar algunos de los textos con que Trazegnies va enriqueciendo el libro, textos que aportan el sedimento intelectual oportuno a las diferentes historias y anécdotas que articulan la obra. Por ejemplo, en el capítulo que lleva por título «Elogio de la mentira», donde el autor elucubra acerca del origen de la literatura, de la narración oral, se dice lo siguiente:
«La gran revolución intelectual se produce cuando a un primer humano se le ocurrió mentir. Separó de ese modo el lenguaje de lo que era la realidad conocida creando un sistema extra real, es decir, comenzó a fabular y creó la metáfora de la vida».
Igualmente, encontramos la siguiente reflexión en el capítulo «La luz oscura», donde trata el caso pintoresco de un viejo amigo que ingresó hace años en un convento pero que ahora se considera a sí mismo ateo:
«La seducción de lo irracional es peligrosa, tanto para San Agustín como para todo el que quiera vivir de espaldas a la Razón. Autoriza a aceptar hipótesis que no necesitan demostrarse. Permite creer que la Naturaleza es sabia, que está evolucionando con una inteligencia interna que la hará llegar a la Perfección. Permite creer que lo principal en el hombre es su voluntad de poder; que los astros influyen en los niños al nacer, como la luna en las mareas; permite creer que las piedras están vivas, hasta en Dios permite creer».
No querría acabar esta breve reseña sin hacer referencia a otro texto que, ubicado en el capítulo «El sueño de James Dean», en el que se fusiona con especial brillantez la construcción de la nueva biblioteca de Alcalá de Guadaíra, la muerte de James Dean y la generación beat norteamericana, Trazegnies reflexiona acerca del sentido último de las bibliotecas y del acto mismo de leer:
«Creo que los verdaderos fantasmas que habitan las bibliotecas son los recuerdos, las historias y las leyendas de los que intentan comprender sus angustias, sus decepciones o la enigmática bifurcación de sus destinos... los que pretenden escapar de la soledad leyendo, aún a sabiendas de que leer es un esfuerzo inútil».
Queda, pues, por añadir que estamos ante un excelente libro de un autor que, aunque no ocupa un puesto destacado en la lista de escritores mediáticos o de moda, lleva ya muchos años en esto de la literatura produciendo excelentes libros que no merecerían quedar en el olvido. Al menos, este Los Alcores. Crónicas visueñas prueba su más que sobrado talento literario y su innegable y profunda humanidad.
© Carlos Manzano
http://www.carlosmanzano.net
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PAGINA ACTUALIZADA EL 9/10/2009