La pradera
Extracto del libro: La lámpara de un cretino
(ISBN: 84-607-0756-3)
El ábaco roto. Sevilla, 6-5-2000.
Autor: Leopoldo de Trazegnies Granda
De lo primero que publicó Augusto Monterroso fueron sus "Obras Completas (y otros cuentos)"; irónicamente nos insinuaba que empezaba por el final y además se dejaba fuera "otros cuentos". En ese desconcertante librito figuraban varias cosas que podían llamar la atención del lector, por ejemplo el cuento más corto del mundo, que transcribo:
"Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí".
Había otro extraño cuento titulado "Vaca" que sorprendía por su ternura surrealista: vaca muertita a la orilla del tren que no tendría quien le editara sus obras completas.
Casi cuarenta años más tarde ha publicado "La vaca". Como si no se hubiera muerto el animal y continuara inspirando sus textos de forma lenta y fluída.
No nos podemos imaginar una vaca retórica, ni afectada, ni amanerada, el título es pues tan natural como su literatura.
En la narrativa del escritor guatemalteco podemos pastar tranquilamente. Lo que más atrae de Monterroso es su inmediatez con el lector, de forma que se pierde el ángulo de visión y a veces no sabemos si el autor nos está leyendo la historia o si nosotros se la estamos contando a él. La sensación es gratificante, porque nos transfiere su inteligente escepticismo, su ironía, por la estupidez humana, su versión amable y sorprendente de la vida.
El gran misterio de sus libros es cómo pueden calar tan hondo el ánimo de las personas con palabras tan sencillas.
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Obras completas
Homenaje a Augusto Monterroso
(Babelia - El País, 28-2-2004)
Autor: Enrique Vila-Matas
Nadie antes en la literatura había debutado así. Con una colección de relatos titulada Obras completas (y otros cuentos). ¿Quién deseaba acabarlas? Para colmo, el libro contenía el relato más breve del mundo. Y se levantaba contra la Solemnidad. Y, además, empezaba por el final, puesto que Obras completas era el título del último cuento. Del último cuento del volumen, que no de las obras completas del autor, que en los siguientes años se dedicaría a situarse, con la astucia de la oveja negra, a la altura de Rulfo y Borges.
Contenía el libro momentos de alta ternura cervantina y superrealista: "A la orilla del camino vaca muerta muertita sin quien la enterrara ni quien le editara sus obras completas ni quien le dijera un sentido y lloroso discurso por lo buena que había sido".
Al cabo de los años La vaca volvería, pero sólo para dejar incompleta la obra y para recordarnos lo bueno que Monterroso era.
No le dieron el premio Cervantes los tarugos de siempre. Porque no era solemne ni engreído. Y porque no había escrito, decían, sus Obras Completas.
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